La construcción de la megacárcel de Noboa se complica por la protesta de una comunidad indígena

Los comuneros de Bajada de Chanduy, un pequeño pueblo ancestral de la costa de Ecuador, miraban temerosos cómo el tractor destruía los árboles que han estado ahí desde siempre. Sus rostros se estremecieron con el sonido de la pala gigante cuando arrancaba las raíces de los árboles destruidos. Bastaron unos minutos para que el paisaje verde cambiara. El tractor destruyó todo alrededor de unos ceibos gigantes, que para tener ese tamaño, deben estar por cumplir 100 años. “En un ratito nos están cambiando la vida”, dice ahora, días después, Bernardo Cabrera, uno de los comuneros. No podían creerlo, en medio de un bosque que han protegido durante años, el Gobierno de Daniel Noboa ha planeado construir una cárcel para los presos más peligrosos de las bandas criminales que tienen atemorizado al país.

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