Manos alzadas y banderas ondeándose al sonar el himno de España. Al terminar, aplausos. Una imagen compartida alrededor de la península, pero que se hacía evidente en Mataró, donde vivió y creció Lamine Yamal, ahora la joven estrella de la Roja. Donde sus vecinos le han visto volar y donde se alzó con orgullo minutos antes del inicio del partido el gesto con las manos del 304, tres últimos dígitos del barrio de Rocafonda, barrio castigado y estigmatizado de la ciudad catalana. Yamal era una semilla de esperanza: en su barrio, la ilusión de futuro para los más jóvenes; en España, un reflejo de la euforia desatada por la final de la Eurocopa.