Brasil abraza con fervor el reconocimiento facial en medio de la polémica por los erroresBrasil abraza con fervor el reconocimiento facial en medio de la polémica por los errores
Además del miedo por ser injustamente señalado, la humillación pública. El estadio estaba lleno, con 10.000 aficionados que disfrutaban, hace dos domingos, de la final de un campeonato de fútbol estatal en Brasil. Los policías militares aprovecharon el intermedio del partido para abordar a un fan del Confiança, João Antônio Trindade Bastos, de 23 años. Allí mismo, a la vista de la multitud, varios agentes con casco y chaleco reflectante lo rodearon, le pidieron que los acompañara y, con las manos a la espalda, se lo llevaron ante la mirada curiosa del resto de la grada hasta el césped y, después, a un cuartito. Bastos, que trabaja como entrenador personal, acababa ser identificado por un sistema de reconocimiento facial que, como en otros estadios brasileños, escaneó los rostros de todo el público de aquella noche en Aracajú (estado de Sergipe). Era un error, él no era el fugitivo al que los uniformados buscaban. Su caso refleja, según especialistas en seguridad pública, las flaquezas del sistema y el sesgo racista con el que opera.